El gran (invisble) enemigo de la sociedad: el Ego.
- valendettori4
- 24 jul 2024
- 5 Min. de lectura
Todos (sin excepciòn) estamos destinados a realizar un viaje espiritual para la transformación del ego al ser, de la mente a la consciencia, de lo ilusorio a lo real, de la separación a la unidad.
Me cuesta hablar de este tema. No lo voy a negar.
Mientras escribo estas reflexiones, tengo una batalla interior entre lo bueno, lo malo y lo justo. Porque, bueno, todavía estoy al comienzo de mi proceso de transformación.
Controlarse a sí mismo no es sencillo si no lo has practicado con constancia y durante un largo período de tiempo. Es como querer correr un maratón sin haber corrido en tu vida. Imposible.
Pero eso no quita el hecho de que con entrenamiento y constancia puedes lograrlo, y eso se aplica también a mi vida. Así que con estas reflexiones de hoy, voy a salir de mi zona de confort y vivir este momento como un reto, como un paso necesario para la evolución de mi ser.
El ego en mi vida ha sido mi principal obstáculo hacìa la consecución de mis objetivos. Ha sido el causante de que sintiera dentro de mi un profundo dolor y un angustioso sufrimiento llegando incluso a odiarme profundamente, y rechazar completamente mi autentico ser.
Es por esa razón que he emprendido un viaje de autoconocimiento dentro de mi hace ya algún tiempo y, despuès de mucha búsqueda, por fin he encontrado y abrazado mi ser espiritual, viviendo mi primer orgasmo emocional y aceptando que todo depende de mi. Literalmente.
Antes de comenzar, una premisa: no te creas nada de lo que vayas a leer. Verifica la información por ti mismo y comprueba si es verdad o mentira.
Para entender el ego, hay que remontarnos al instante de nuestra concepción y a los siguientes nueve meses que pasamos dentro del útero de nuestra madre.
En ese estado, que los místicos llaman «estado oceánico», nos sentimos totalmente fusionados con ella, como una gota de agua se funde con el océano. Tenemos la sensación de ser uno con la vida, con el universo, con Dios...
En este instante solo somos pura esencia. Inmaculados. Incontaminados. No tenemos que hacer nada. Simplemente somos. En lo más profundo de nuestro ser nos sentimos parte de ese océano y flotamos en paz y armonía.
Sin embargo, el día de nuestro nacimiento de repente somos expulsados de ese paraíso y, sin siquiera tener el tiempo de respirar, nos cortan el cordón umbilical, la única conexión que tenemos con nuestra madre.
En este preciso instante empezamos a padecer la «herida de nacimiento» y poco a poco vamos perdiendo la sensación de fusión y conexión. Lenta y progresivamente comenzamos a sentirnos más desconectados de nuestro ser y aparece en nosotros la sensación muy desagradable de que somos una gota separada del océano.
Por esa razón, a medida que se desarrolla el cerebro y aparece la mente, se va formando en nosotros la creencia de que «somos un yo separado del resto». De nuestra madre. De la realidad. Del Universo. Y por medio del pensamiento y el lenguaje vamos reforzando esa idea.
A medida que aprendemos a hablar, tanto nuestros pensamientos como nuestras palabras empiezan a estar protagonizadas por «yo», «mi», «me», «mío»... Y tarde o temprano llega un día en el que no queda rastro de la conexión profunda con nuestro ser, y es ahí donde nos hemos identificado totalmente con el ego.
¿Qué es entonces el ego?
La palabra «Ego» en latín significa «yo» y es un mecanismo de defensa que se desarrolla en nosotros en la niñez con la función de ayudarnos a sobrevivir al inmenso y angustioso dolor que nos causa la herida de nacimiento.
Es el escudo con el que nos protegemos del mundo y la coraza con la que nos defendemos de los ataques. Es un impostor que actúa como un falso concepto de identidad: lo que creemos ser pero que en realidad no somos y nos engaña cada día convenciéndonos de que somos nuestra mente y nuestro cuerpo. Es un producto del entorno social y familiar en el cual nos hemos criado.
El ego significa sufrimiento y reactividad: nos hace reaccionar impulsivamente a cualquier estímulo (sea bueno o malo) y se perturba a sí mismo cada vez que la realidad no se ajusta a sus necesidades.
Además, es victimista y evita totalmente asumir la responsabilidad de su propia vida, razón por la cual nos instala en la mente la queja y la culpa.
El ego es prepotente y arrogante: se cree mejor y superior que el resto. Además, su orgullo y soberbia le impiden hacer autocrítica. Por eso, en general, no cuestionamos nuestra forma de pensar ni nuestro sistema de creencias.
El ego es una máscara y un disfraz, tiende a fingir y aparentar para causar una buena impresión en los demás.
El ego es malcriado, lo quiere todo y ya y no está dispuesto a hacer nada para conseguirlo.
El ego es adicto al drama, es un artista a la hora de inventarse películas y hacer montañas a partir de un grano de arena. Le gusta dar vueltas a un mismo pensamiento ad infinitum (si es negativo mejor) para seguir culpabilizando a los demás por su infelicidad.
El ego es oscuridad. Representa nuestro lado oscuro y nuestras sombras más tenebrosas. Se alimenta de nuestras heridas y traumas de infancia, así como de nuestros demonios internos. Y se vuelve paranoico, inventando absurdos peligros y amenazas para justificar su falta de acción.
El ego es insaciable: siempre quiere y necesita más. Bajo su influencia sentimos un enorme vacío en nuestro interior. Y buscamos maneras de taparlo y rellenarlo con cosas del exterior. Pero nada de lo que conseguimos es suficiente. Su codicia y avaricia no tiene límites. No solo no valora lo que tiene, sino que quiere constantemente aquello que no tiene.
El ego es un constructo mental ilusorio. Se basa en creencias y pensamientos ficticios. No es real. No existe. No somos un yo.
Y lo que nació con el propósito de protegernos se ha convertido en el enemigo que nos pone constantemente los unos en contra de los otros. Es el principal responsable de los grandes problemas de nuestra sociedad, como la obesidad, guerra, muerte, pobreza, depresión, ansiedad, estrés, burnout, varios trastornos, etc.
Nos hace vivir la vida de fuera hacia dentro, y basar nuestras creencias, pensamientos, emociones, decisiones y acciones en lo que "se supone que tenemos que hacer" para gozar de aprobación social y ser aceptados por el entorno familiar.
El ego es el enemigo invisible porque seguimos sin darnos cuenta de que no es culpa de un gobierno o del estado si somos infelices, la responsabilidad es toda nuestra. Puedes encontrar cualquier excusa en tu cabeza, al final sigues siendo tú.
El ego eres tú. Tú eres el responsable de todo esto.
Libérate de tu ego y empieza a vivir.
La vida es una. Si la desperdicias no vas a tener otra.
¿Vas a tomar acción? ¿O vas a seguir encontrar excusas?
Bibliografìa:
La mayorìa de la informaciòn que vas a leer en este artículo está basada en "Tù eres lo ùnico que falta en tu vida: liberate del ego a travès del Eneagrama" - Borja Vilaseca (te aconsejo de corazòn que lo lea. Ha sido mi liberación).
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